La Agencia Espacial Europea prepara un plan para limpiar la basura espacial
Miles de satélites no operativos siguen en órbita abandonados a su suerte, lo que supone un grave riesgo para otros satélites, además de poder impactar en la Tierra.
De los más de 6.000 satélites lanzados desde el comienzo de la era espacial, menos de mil continúan operativos. El resto ha entrado en la atmósfera o continúa en órbita abandonados, con un alto riesgo de generar nuevos fragmentos de basura espacial si sus baterías o el combustible que queda en sus depósitos llegasen a explotar. El resultado: al menos 16.000 objetos de más de diez cms de diámetro y cientos de millones de pequeñas partículas orbitan a velocidades de vértigo alrededor de nuestro planeta.
La Agencia Espacial Europea recuerda que:
«Sobrevolando la Tierra a una velocidad de 7,5 km/s, o incluso más, hasta un tornillo de apenas 2 cm tiene un ‘diámetro letal’ suficiente como para destruir a un satélite»
El Director General de la ESA, Jean-Jacques Dordain, en un comunicado de la agencia sobre su iniciativa Clean Space, un programa para preservar el medioambiente espacial, afirma que:
«Tenemos la obligación de dejar el espacio a las próximas generaciones tal y como lo encontramos: impecable»
La batalla contra la basura espacial comienza en tierra
Los investigadores estudian nuevos procesos industriales en la creación de tecnología espacial, tales como la «fabricación aditiva», en la que las estructuras se construyen capa por capa, o la «soldadura por fricción-agitación», con una temperatura de soldadura más baja, que permite utilizar menos materiales y menos energía.
En un encuentro organizado estos días por la ESA, los científicos han discutido distintas técnicas para minimizar la permanencia en órbita de los satélites al final de su vida útil, como EDTs o velas solares que ayudarían a traerlos de vuelta a la Tierra en menos de 25 años.
Impactos contra la Tierra
La reentrada de los satélites en la atmósfera terrestre también necesita ser un proceso más seguro. En ocasiones, fragmentos de satélites llegan intactos hasta el suelo. Por ejemplo, restos del Satélite de Investigación de la Alta Atmósfera (UARS), de más de 5,5 toneladas y el tamaño de un autobús, cayeron en el océano Pacífico el pasado mes de septiembre. El nuevo concepto «design for demise» (diseñado para morir) pretende evitar que esto suceda.
Los científicos advierten que incluso si a partir de mañana no se volviese a lanzar ningún satélite, las simulaciones muestran que los niveles de fragmentos en órbita continuarían aumentando. Desde la ESA creen necesario disponer de algún sistema para retirar los fragmentos actualmente en órbita, que podrían consistir en misiones robóticas diseñadas para reparar o desorbitar los satélites inoperativos.