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Televisión pública griega continúa emitiendo de manera ilegal

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Sin medios ni sueldo, pero con absoluta libertad, los periodistas de la radiotelevisión griega ERT sacan adelante cada día la programación habitual desde la antigua sede del ente público, ocupado por sus trabajadores.

Han transcurrido dos meses desde que el Gobierno del conservador Andonis Samarás decretase el cierre de ERT y el despido inmediato de sus más de 2.600 trabajadores, y «el dinero de la indemnización que cada uno de los ex trabajadores tendría para organizar su vida después del despido es utilizado para continuar emitiendo”, explica la periodista Maji Nikolara.

Misma programación

La programación es la habitual del principal canal televisivo de la ERT, es decir, cuatro telediarios, dos magazines informativos y diversos programas culturales y de ocio, además de emisiones en diferentes idiomas, entre ellos el español. Igualmente continúa funcionando una emisora de radio y la web ertopen.com, todo ello a través de internet y de la señal analógica, que el Gobierno no ha logrado echar completamente abajo en diversas partes del país. Y todo ello a pesar de las numerosas dificultades a las que se enfrentan a diario, que van desde el intento de bloquear las emisiones a cortar las líneas telefónicas.

“Solo hay cuatro líneas en todo el edificio que pueden telefonear al exterior. Una está instalada en el control y cada pocos minutos se queda fuera de servicio”, explica Nikolara. Además, tienen prohibido por el Gobierno sacar cámaras a la calle pues, de hacerlo, podrían ser acusados de robar material de la televisión pública porque ya no son trabajadores del ente público.

Este obstáculo lo han salvado gracias a la solidaridad ciudadana, asegura la periodista: “Hay cineastas y productores que nos ofrecen sus imágenes, películas y documentales de forma desinteresada y con ellas podemos llenar las 24 horas de programación”. Además, la Unión Europea de Radiodifusión (UER), que como otras organizaciones internacionales criticó duramente el cierre de ERT, continúa ofreciéndoles imágenes internacionales por lo que puede informar sin problemas de lo que acaece a lo largo y ancho del mundo.

“Seguimos haciendo nuestro trabajo y, por primera vez, lo hacemos como queremos. Las decisiones sobre los temas que tratamos son tomadas colectivamente”, explica la presentadora y reportera Ana Konstandakaki.

Pero el mayor problema al que se están enfrentando los trabajadores de ERT es a la división sembrada por el Gobierno al prometer nuevas plazas en NERIT a los antiguos empleados de la radiotelevisión pública. “La gente están obligada a buscar un trabajo, porque no tiene otro medio para sobrevivir. Hay colegas que tuvieron que irse a las islas o a sus pueblos para trabajar como camareros o en otros oficios para mantener a sus familias”, afirma Nikolara reconociendo que ahora son muchos menos los periodistas que quedan en la ERT ocupada.

Pero ella se niega a solicitar un empleo en la nueva televisión pública, ya que, como otros periodistas, considera que el proceso de selección está siendo poco transparente, se está eligiendo a profesionales cercanos al Ejecutivo y el nuevo ente estará aún más sujeto al control gubernamental.

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