La radio digital, el apagón que nunca llegó
En un entorno de trabajo ya prácticamente digital, la DAB iba a llevar la recepción también al terreno de lo digital, con una mayor calidad de sonido y con la posibilidad de incluir elementos complementarios a la emisión ocupando aún así un espacio más pequeño del espectro, lo que permite aumentar el número de emisoras (como también sucede en la TDT). La DAB necesita un parque de receptores apropiados, escasamente desarrollado en España y poco apoyado por los fabricantes de aparatos.
Rastrear la audiencia de las cadenas que emiten en DAB es complicado, pero el director técnico de Cadena Ser, Agustín Ruiz de Aguirre, no tiene ningún problema en dar datos de audiencia. “Cero”, apunta como número clave, “la audiencia es cero”. Y unos oyentes inexistentes no generan ningún tipo de ingresos o beneficios ya que… ¿quién querría anunciarse en un medio que no llega a ningún consumidor”.
“Nos está costando un dinero”, denuncia aún así Ruiz de Aguirre. Las cadenas tienen que pagar a Abertis, titular de Retevisión, el alquiler del uso de la infraestructura que lanza la señal, aunque no sólo con esta firma tienen compromisos financieros. “Nos cuesta dinero por contrato de difusión y por canon”, apunta el director técnico de la Cadena Ser. A lo que se suman los 700 millones de pesetas pagados en su momento como aval y que han tenido que desembolsar también las emisoras.
Además de todo el gasto asociado al lado técnico, las cadenas deben hacer frente al pago del lado más creativo. Las ondas deben llenarse con contenidos, algo que las emisoras de toda la vida cumplen reemitiendo sus programas que ocupan la franja tradicional pero que aquellos que llegaron a la radio en el concurso del reparto del espectro de esta radio digital deben cubrir con programas que no tienen.
La solución podría ser apagar la emisión, fundir las ondas a un negro auditivo, pero las emisoras no pueden hacerlo: la ley les obliga a continuar emitiendo en DAB. La asociación que agrupa a las cadenas de radio ya ha demando al Gobierno que les libere de su obligación. “Pedimos que se haga un receso, que se deje en stanby”, apunta Ruiz de Aguirre, explicando además que en este punto, y al margen de guerras comerciales, todas las cadenas están unidas con un único objetivo: dejar de emitir en DAB.
La situación es aún así, y como explican los expertos, más complicada. Las grandes cadenas no estarían libres de toda culpa en la vorágine en la que se encuentran sumidas. “El problema del DAB es que abre el mercado radiofónico a nuevos operadores”, explica el profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la USC, Xosé Ramón Pousa. Pousa es el responsable de la asignatura específica sobre radio digital de la licenciatura de Periodismo de la universidad gallega, una de las pocas que ha abordado en profundidad el estudio de esta materia, lo que le permite analizar desde dentro el sector.
“Como la audiencia va a ser difícil que crezca, lo más natural es que la tematización de la radio produzca una gran segmentación de la audiencia”, explica el profesor Pousa. Y la segmentación de la audiencia podría hacer mucho daño a las grandes cadenas, que se reparten los oyentes actuales, cada vez más envejecidos y cada vez con menos calado entre los nichos más jóvenes de la audiencia, y que tendrían que “diversificar sus productos y multiplicar los costes para, posiblemente, perder oyentes y rentabilidad”.
Desde la Cadena Ser no están de acuerdo con el planteamiento académico y puntualizan que ellos ven el negocio “como algo distinto”, lo que convertiría a la radio digital en una nueva oportunidad de mercado con una publicidad, por sus características, completamente diferente.
La posibilidad de un apagón analógico de la radio tradicional a favor del DAB es cada vez más lejana. Ruiz de Aguirre reconoce: “hoy por hoy es una utopía”. “Hay otros sistemas”, apunta hablando de modelos y sistemas de digitalización. “La radio ha de ser digital en un futuro”, reclama.
“A estas alturas, pienso que el apagón analógico de la radio no se va a producir ni a corto ni a medio plazo, al menos en FM”, explica Xosé Ramón Pousa. “Los operadores actuales sólo ven peligros en el nuevo marco digital, que dará pie a una mayor competencia, frente al sistema americano IBOC, mucho más conservador”, explica.
De hecho, y como reconoce Ruiz de Aguirre, el sector tendrá que pensarse muy mucho qué hacer cuando caduquen sus licencias, aunque como explica el director técnico de Cadena Ser les “cuesta mucho estar fuera de cualquier cosa”. Los problemas se acumulan, con lo que las empresas radiofónicas podrían optar por no renovar unos acuerdos que caducan entre 2010 y 2011.
Poca fortuna ha tenido la aventura de la radio digital, frente a la televisión digital terrestre, la niña bonita del abandono de lo analógico. La TDT ha contado con un respaldo brutal del sector televisivo, de las Administraciones, de los fabricantes de aparatos y del público. ¿Se siente la radio agraviada en comparación con la televisión? “Sí, claro, por nosotros no ha habido nada”, denuncia Ruiz de Aguirre.
“En este panorama, el DAB está en una vía muerta”, concluye Xosé Ramón Pousa.